jueves, julio 12, 2018

Hasta pronto Pendejistán, Bienvenidos a Pejekistán


Que tal mis estimados terricolas y habitantes del tercer mundo. Decía que la victoria de AMLO era esperada porque así lo anunciaban las encuestas y prácticamente todos los textos de análisis político que se publicaron en los meses anteriores a la votación. Pues creo que éramos varios los que, con todo y eso, temíamos que la mafia del poder nos pudiera salir con alguna sorpresita y que se nos cayera el sistema a media noche para dar como ganador a Anaya o Meade.

Pero si el triunfo de AMLO era esperable, lo que sorprendió fue la aplastante victoria de su partido, Morena en diversas gubernaturas, alcaldías y en las cámaras. Eso sí yo no lo vi venir; pensé que los tres poderes y los tres niveles de gobierno quedarían divididos más o menos parejamente entre PRI, PAN y Morena. Ahora nos enfrentamos a un escenario en el que el partido de AMLO tiene una presencia inusitada en todas partes.

Eso puede ser bueno y puede ser malo. Morena podrá hacer y deshacer con mucha libertad de maniobra. Dependerá mucho de cómo use Morena ese poder, si para traer el cambio que se necesita, o para beneficio exclusivo de sus militantes y aliados (en especial de la banda de garrapatas que están subiendo al poder ahora). Muchas cosas pueden salir bien o mal, pero nosotros, como sociedad, podemos hacer nuestra parte para empujar el timón hacia el rumbo que nos conviene a todos.


La Esperanza de México
En mi debraye sobre el Peje y qué esperar de él, decía que como persona es mucho menos progre de lo que muchos de nosotros quisiéramos. Es un viejito mocho, pues. Pero un viejito mocho que de verdad se preocupa por los pobres y que promete acabar con la corrupción (creo en su sinceridad, soy escéptico de su capacidad).

En cuanto a Morena, a las personas que ahora suben junto con AMLO, hay una diversidad tan enorme que es muy difícil saber qué esperar de cada caso. Están todos aquellos oportunistas del PRI y el PAN que se pasaron a Morena cuando vieron quién sería el ganador. Pero también hay personas que merecen todo mi respeto, gente comprometida con las causas e ideales de la izquierda.

Un pequeño, pero significativo ejemplo: Olga Sánchez Cordero, ex ministra de la Suprema Corte de la Nación y virtual secretaria de Gobernación del próximo presidente. Como ministra se destacó por sus posturas progresistas y su trabajo a favor de los derechos humanos. Como Secretaria de Gobernación ocuparía el que es prácticamente el segundo cargo más importante del país (además de ser la primera mujer en hacerlo).

En las últimas semanas ha anunciado que trabajará en pos de políticas como la despenalización de la marihuana, la legalización del aborto, la amnistía para que delincuentes que no han cometido crímenes violentos relacionados con el narcotráfico (como el narcomenudeo o el cultivo de marihuana) puedan apartarse de la vida delictiva y reintegrarse a la sociedad (por favor, lean bien de qué se trata antes de escandalizarse), el derecho a la eutanasia y la autonomía del poder judicial en los estados (además de refrendar su compromiso con los derechos humanos).

Hablando de “la primera mujer que”, de estas elecciones resulta el primer gabinete paritario de la historia, es decir, que tendrá una mitad de hombres y una mitad de mujeres. Sorprendentemente, esto mismo ha ocurrido en ambas cámaras: nunca las proporciones habían sido tan equitativas. Sí, sé que muchos piensan que no importa el género de los funcionarios, sino que sean honestos y competentes, y en principio tienen razón, pero no me van a decir que los otros gabinetes y las otras legislaturas, predominantemente masculinas, han sido súper equipos de ensueño en los que cada uno de sus miembros había ganado su lugar por sus propios méritos. Así que, como se quiera ver, esto representa un avance, aunque sea simbólico, y abre las puertas a una mayor participación de las mujeres en la política, que puedan estar allí para representar sus intereses y defender sus derechos.

Factores como éstos, y detalles como que en uno de sus discursos de victoria, AMLO se ha convertido en el primer presidente en hacer referencia a las personas de todas las preferencias sexuales, pueden parecer pequeños a simple vista, pero teniendo en cuenta el atraso en que México se encuentra en esos temas, pueden llegar a ser muy significativos y los anuncios de grandes cambios por venir.

Pero así como las cosas pueden resultar bien, pueden resultar mal, o por lo menos ser decepcionantes. La victoria de Morena mandó al PRI a un agujero más profundo del que había estado después de 2006. El PRI perdió todas las gubernaturas en las que hubo elecciones este año y se ha convertido en una fuerza insignificante en las cámaras. ¡Eso es digno de celebración! Espero que a ese grupo delictivo disfrazado de partido político le queden pocos años de vida. Pero también temo que el PRI pueda sobrevivir entre las filas de Morena como Hydra en SHIELD… Ya muchos priistas están allí, pero además el ADN político del PRI, la forma de concebir el actuar el político, es muy insidioso y tiende a permanecer en nuestra cultura, sin importar los partidos. El afán de AMLO de no enemistarse con Peña me parece preocupante.

El EZLN anunció que se mantendrá distante de AMLO. Esto es completamente congruente con la trayectoria del EZLN, que siempre ha mantenido una postura escéptica y desconfiada de las instituciones políticas mexicanas y de la democracia electorera. El texto con el que lo anunciaron está medio mamón, pero el punto es comprensible: mientras el sistema siga siendo capitalista, el cambio no será significativo. De todas formas, me alegro de que los zapatistas estén ahí, porque se necesita de una oposición que no deje de señalar las deficiencias del sistema político mexicano, y de proponer vías alternativas para la mejora de las condiciones de vida de los indígenas.

Por supuesto, cuando salió esa noticia, no tardaron en aparecer los fans incondicionales del Peje, que se dedicaron a tachar a los zapatistas de “traidores”, “ridículos” y hasta “perros del PRI”. Ésa es la parte que me preocupa: que cuando haya críticas, disenso u oposición al Peje, no importa de dónde vengan, sus seguidores se encargarán de deslegitimarlas y ningunearlas. Esto puede ser un obstáculo para quienes quieran transformar al país de formas que vayan más allá del proyecto morenista.

Como ya había dicho antes, los zombis anti-peje son por lo menos tan tontos como los pejezombis. La victoria de AMLO los hizo deshacerse en berrinches llenos de clasismo y racismo.

Una parte privilegiada de la población de verdad cree que:
  1. Son ricos porque lo merecen, porque son mejores y más listos que los demás; y 
  2. Su rechazo al Peje proviene de esa superioridad intelectual y moral.
Para empezar, creerse la falacia de la meritocracia capitalista ya requiere sus buenas dosis de ingenuidad e ignorancia. Pero además es de risa loca ver a un montón de nenes fresas vomitar ignorancia mientras acusan a los demás de ignorantes.

Quienes rechazan al Peje tienen la oportunidad de convertirse en una verdadera oposiciónSi y solo si se educan en historia y política, si empiezan a leer libros, periódicos y artículos de análisis. Es la oportunidad para que mejoren su cultura política.
Pero si en vez de eso se quedan con memes y prejuicios de clase, entonces lo único que lograrán será jugar un papel análogo al de los rednecks que se oponían a Obama: hacer el ridículo repitiendo la consporanoia de que el señor es comunista y va a quitarles sus escopetas. Y no porque AMLO sea comparable a Obama, sino porque hasta ahora los anti-AMLO han demostrado tener la profundidad de análisis que el televidente habitual de Fox News (o peor: InfoWars). Por los menos los rednecks tienen la justificación de ser mayormente pobres y no tener acceso a una buena educación… Los niños fresas y las señoras fufurufas, ¿qué excusa tienen para seguir creyendo tanta pendejada?


El Trumpo

Por último, quisiera aclarar algo que se ha estado repitiendo mucho desde hace tiempo: la noción de que AMLO es el equivalente mexicano a Trump(???). Es una idea tan absurda que no puede ni siquiera tomarse en serio, y que sin embargo ha estado apareciendo en diversos medios de opinión.
Pero, ¿en qué se parecen AMLO Y Trump? Las similitudes relevantes son pocas; es cierto que AMLO es populista, en el sentido de que apela a las emociones de las masas y plantea una dicotomía entre el pueblobueno y la élite en el poder que ha echado a perder a un país que podría ser grandioso. Otra similitud es que ambos parecen estar excesivamente convencidos de su propia grandeza y de que estar en el poder es todo lo que se necesita para solucionar las cosas.

Pero, fuera de eso, ¿qué hay de comparable?
  • ¿Acaso AMLO ha mantenido discursos de odio contra los inmigrantes o los musulmanes? 
  • ¿Hay grabaciones de él alardeando de haber abusado sexualmente de las mujeres? 
  • ¿Acaso AMLO está siendo respaldado por grupos de odio como el Ku Kux Klan o la Alt-Right? 
El Peje ha dicho algunas tonterías, como lo de los ventiladores de energía eótica y lo de que sacar petróleo no tiene ciencia, pero:
  • ¿Ha hecho burla de los discapacitados? 
  • ¿Ha dicho que los derechos humanos deban ser ignorados o violentados? 
  • ¿Ha amenazado con guerras comerciales contra otros países o ha alienado a nuestros aliados tradicionales? 
O los miembros de su equipo:
  • ¿Acaso Olga Sánchez o Tatiana Clouthier se parecen en algo a los racistas y misóginos como Michael Pence y Jeff Sessions? 

Ya sé: algunos comparan las constantes alusiones del Peje a la ambigua “mafia del poder” con el discurso de odio trumpista contra los inmigrantes (¡o incluso con el odio de Hitler contra los judíos!). Esto es absurdo a niveles de subnormalidad. Aunque el concepto de “mafia del poder” es fluido y convenenciero, ¿quién negaría que la clase política mexicana tiene un problema de corrupción y abuso de poder gigante? Ciertamente no los datos. ¿Cómo puede compararse el achacar culpas a ricos, poderosos y sabidamente corruptos, con predicar el odio hacia grupos históricamente perseguidos? Digo, a menos que quieran invocar los fantasmas del “clasismo a la inversa” y otras ficciones.

Entonces, ¿de dónde viene esta insistencia en compararlos? En México, me parece, viene de la tradicional pejefobia y de que el discurso de la “guerra sucia” de 2006 ha cambiado poco. Pero, cuando se trata de medios anglosajones como The Washington Post, The Wall Street Journal y The Economist, ¿cómo explicarlo? Bueno, cuando pensamos que la misma gente hizo la igualmente ridícula equivalencia entre Trump y Bernie Sanders, la cosa me parece que se explica por una miopía en el establishment liberal centrista (ése que quería hacer pasar a Clinton como "izquierda").

De hecho, leyendo esos artículos, parece que lo que más les preocupa es que la política económica del Peje sea nacionalista, proteccionista y con miras a coartar el libre comercio. Tampoco es que AMLO sea una amenaza al neoliberalismo, pero por alguna razón su discurso pone nerviosos a algunos. Como ya había dicho, hablando de las razones económicas del ascenso de la ultraderecha en los últimos años: 
La ceguera de los defensores del establishment se ve también en su incapacidad de distinguir entre diferentes manifestaciones de descontento, y entonces ponen al Tea Party y a Donald Trump en el mismo saco que Occupy Wall Street y Bernie Sanders. Desde el punto de vista del establishment, todos son movimientos de advenedizos que se atreven a cuestionar la sabiduría de la clase política y la eficacia del sistema, y que enardecen a las masas (que de otra forma no darían lata).  
Que de un lado se predique el odio, el miedo y el regreso a un pasado idílico que nunca existió, mientras que del otro se predique la esperanza, la justicia social y un futuro que puede ser mejor para todos, no parece marcar ninguna diferencia para los defensores del establishment.

Una y otra vez, los intelectuales del liberalismo centrista fallan en reconocer las causas del descontento social y en vez de combatirlas o por lo menos denunciarlas, insisten en defender un statu quo caduco con la premisa de que “podríamos estar peor”. Este texto de Yascha Mounk de Foreign Affairs, que también cité en aquella entrada, lo explica muy bien:

“El populismo de izquierda, que se revitaliza entre las democracias occidentales, se concentra en asuntos económicos. A diferencia de su contraparte en la derecha, cuyas plataformas se basan en amenazas exageradas o inventadas, ellos se enfocan en problemas muy reales: corrupción gubernamental y corporativa, desigualdad económica creciente y el estancamiento de la calidad de vida.
Estos populistas económicos están en lo cierto al señalar que las democracias contemporáneas están lejos de ser infalibles. Dejada a sí misma, la democracia capitalista tiene una tendencia a poner más poder en manos de los ya poderosos y más riqueza en manos de los ya ricos. Para contrarrestar esta gradual erosión de la justicia económica y política, las democracias necesitan ocasionales erupciones de ira popular. En este sentido, el populismo de izquierdas puede ser un correctivo importante a la tentación autocomplaciente a la que toda élite es susceptible a caer tarde o temprano.”

Tampoco es que AMLO sea un Bernie Sanders mexicano; le falta la congruencia ideológica y el compromiso con las causas sociales progresistas, entre otras virtudes. Pero sí las formas de pensar izquierdistas que encontraron su cauce en la candidatura de Sanders son muy similares a las que se han sumado al proyecto del Peje.

En fin, para leer artículos más centrados acerca de AMLO, es mejor checar las siguientes piezas de The New Yorker, Al Jazeera, The Jacobin y sobre todo Democracy Now. Hasta la cobertura de John Oliver, aunque simplificada, es bastante más equilibrada que otras en medios nacionales y extranjeros. El comediante británico dijo que AMLO es una extraña mezcla con un poco de Trump y un poco de Bernie SandersLa mayoría de los medios, por supuesto, sólo tomaron nota de la comparación con Trump.


Epílogo
¿Qué nos espera? Les voy a confesar algo: como a muchos mexicanos, el triunfo de AMLO me llena de optimismo, pero no por él, sino por las oportunidades que se abren. Lo cierto es que no podemos permanecer pasivos hasta que nos lluevan soluciones del cielo. La participación de la ciudadanía sigue siendo tan vital como siempre, si no es que más, porque tengo la confianza que se abrirán muchos nuevos espacios para que ésta tenga más influencia. Éste es el momento para que grupos activistas y organizaciones de la sociedad civil encaminen sus esfuerzos a impulsar los cambios que no serán iniciativa del nuevo gobierno.

Es el momento para que grupos feministas y LGBTQ+ presionen a los nuevos funcionarios electos para que saquen a nuestro país del atraso en materia de derechos para estos grupos. El momento para atacar el clasismo y el racismo en nuestra cultura, que se manifiestan furibundamente en el descontento de los anti-peje ardidos. En fin, que se nos anuncia la oportunidad de crear, construir, transformar muchas cosas en nuestro país.

Éste podría ser el inicio de una nueva primavera democrática para nuestro país.