domingo, febrero 14, 2016

Derechairos

Saludos, habitantes del tercer mundo. Este día voy a abordar el tema: los derechairos. Para entender de qué va la cosa, lo primero que tenemos que aclarar es el uso del término "chairo", que es el original y dio lugar a su contraparte

En corto "chairo" es un insulto dirigido hacia personas de izquierda, y como todos los insultos no es posible definirlo con exactitud. En lo personal, yo lo uso para referirme al izquierdista estúpido, que es irracional, dogmático, maniqueo, magufo, conspiranoico, incapaz de autocrítica, que tiene más opiniones que conocimientos y que sostiene toda clase posturas incompatibles sin que la disonancia cognitiva sea un problema. Bueno, el derechairo viene a ser más o menos lo mismo, pero de derechas.

Los chairos ya llevan bastante tiempo siendo el foco de la burla generalizada. Es bueno que las actitudes chairescas sean puestas bajo la lupa para que se vea lo ridículas que son, con la esperanza de que las personas las eviten. Pero a mí me parece que el chairismo es tan obviamente absurdo que burlarse de él no tiene gran mérito. Por otro lado, el humor sobre derechairos es escaso, y como está hecho por chairos, bastante malo, poco creativo y realizado con la bilis fúrica que los caracteriza. Hace falta exponer a los derechairos y ése es el propósito de esta entrada.

Es imposible clasificar a las personas sin caer en la caricatura, pero a veces la caricatura es útil para detectar actitudes absurdas y ridículas. Así que esta entrada es en principio una caricaturización no tanto de las personas como de actitudes. De hecho, una persona puede ser completamente lúcida sobre la mayoría de las cuestiones, pero tener ciertas posturas chairas o derechairas muy específicas. Tengan eso en cuenta.

Claro, para un derechairo todo izquierdista es un chairo, y para un chairo todo derechista es un derechairo, y para desgracia de la inteligencia humana, gran parte de las discusiones e Internet se dan entre chairos y derechairos tirándose caca de mono unos a otros. Lo primero es reconocer que no toda persona de derechas es un derechairo. Como izquierdista, obviamente estoy en desacuerdo con las posturas de derechas, pero sé que no todo derechista es estúpido. Javier Corral es un político de derechas, pero un tipo bastante respetable; Enrique Krauze está en el lado liberal de la derecha, pero sigue siendo un intelectual relevante, a quien es constructivo leer incluso cuando no se está de acuerdo.

Una de las características más sobresalientes de los derechairos es que su principal virtud consiste en no ser chairo. Se ocupan sobre todo de burlarse de los chairos (que, como dije, no tiene gran mérito), o de lo que ellos consideran que es chairez (o sea, cualquier cosa de izquierda). Así, sus publicaciones en línea son del tenor "Miren a esos chairos, son tan pendejos, ajiú, ajiú, ajiú", para que sus correligionarios aplaudan y compartan borreguilmente pensando "Ay, qué inteligente soy porque no soy chairo, ajiú, ajiú, ajiú" (léanlo con voz de Tribilín). Y es que así como el chairo tiende a creerse moralmente superior, el derechairo piensa que es intelectualmente superior.

Por eso generalmente no recurren a argumentaciones sino a burlas y sarcasmo, sino que adoptan una actitud de "Je, je, je, pinche chairo. Soy demasiado inteligente para tomarte en serio". De ahí que crean que pueden refutar cada postura de izquierda con un chiste, meme, fábula o frase 'ingeniosa' y además creerse muy chingones mientras lo hacen. Cuando argumentan, lo hacen con las patas y metiendo muchas falacias por todas partes, de las que ellos mismos ni se dan cuenta ni pueden entender por qué están mal.


Más que un defensor vehemente de los ideales de derecha, los derechairos suelen ser acerbos quejicas de la izquierda, de la que tienen una noción caricaturazada y simplona, y tienden a atacar con todas sus fuerzas a hombres de paja. No reconocen la existencia de las muchas y muy variadas formas del pensamiento izquierdista, y tienden a imaginar tonterías como que ser izquierda quiere decir repartir todos los bienes y riquezas por igual entre todos. De vez en cuando dirá alguna burrada de analfabeta histórico tipo "los nazis eran de izquierda, porque nazi significa nacional socialista".

En sus defensas del capitalismo (cuando se toman la molestia) suelen cometer la trampa de usar dos definiciones distintas del término, una más amplia y otra más estrecha. Así, si a ti te gusta tener tus propias posesiones y usar dinero para vender y comprar, pues según el derechairo ¡ya te chingaste!, porque ya con eso tienes que aceptar todo el capitalismo actual con lo que viene, incluyendo monopolios, lobbies corporativos, actividades industriales sin regular, desigualdad social y económica, destrucción del medio ambiente y demás... como si no hubiera existido dinero, comercio y propiedades en ningún otro sistema social en la historia de la humanidad, o como si el mismo capitalismo no se presentara en muy diversas formas en la actualidad. Una de sus frases favoritas para responder a quien critica los modelos económicos actuales es "¿Ah sí? ¿Y entonces por qué todos huyen de los países comunistas hacia los capitalistas, eh? ¿A ver, por qué?"

El derechairo cree que el sistema ya es justo en sí mismo, que los pobres son pobres porque quieren y lo merecen porque no trabajan duro. Si es rico o hijo de ricos, siente que se lo merece con la misma convicción religiosa que los creyentes en el derecho divino de los reyes o en el karma. Si está medio jodido, culpa de su jodidez a otros más jodidos que él: desempleados, becarios, pobres, migrantes, obreros, etc. Los odia porque no trabajan duro, sino que esperan que el gobierno les dé todo, y por eso él, que sí trabaja, no prospera. Mientras este derechairo rabia contra los chairos, los dueños de su compañía se hacen ricos, le pagan poco y reciben exenciones fiscales.

Los derechairos le tienen terror al socialismo, aunque no saben bien de qué se trata, y se imaginan que la amenaza roja está a la vuelta de la esquina, a punto de conquistar el mundo y traer la ruina al país. Detrás de toda figura política o movimiento de izquierda se figuran las malvadas intenciones de Hugo Chávez, Fidel Castro o el Peje, que quieren convertir al país en una distopía comunista, lo cual incluye quitarle sus cosas a la gente bien para dársela a los pobres.

Otra característica de los derechairos es recurrir al argumento de "¡los oprimidos somos nosotros!". Así, podremos ver cómo algunos dicen que los empresarios ricos, o los blancos, o los hombres heterosexuales, o los religiosos devotos son los realmente perseguidos y satanizados por esta sociedad cruel.

Una forma rápida de identificar a los derechairos en los Internetz es durante momentos álgidos de la política nacional o internacional. Por ejemplo, si hay una situación grave respecto a los derechos humanos, digamos la desaparición de 43 estudiantes, o el asesinato de activistas y periodistas, el dechairo brillará en las redes sociales por hacer caso omiso a estos sucesos y centrarse en hacer burla de los "chairos pendejos que se preocupan por eso". En particular les encabronan las marchas, manifestaciones y protestas, y suelen decir mamadotas tipo "Pues sí, eso de que el gobierno mande a matar gente está mal, pero bloquear la calle también es violencia y es igualmente malo". Digo, no es que uno tenga que estar de acuerdo con la forma en la que manifestantes y activistas reaccionan ante estas situaciones, pero el derechairo se enfoca exclusivamente en ello, como si las pendejadas de los chairos fueran más preocupantes que los asesinatos o las violaciones a derechos humanos.

Los derechairos son menos conspicuos que los chairos y generan menos desaprobación y hostilidad entre la mayoría de incautos que no se enteran de nada. Esto debe a que los chairos se encuentran en rebeldía contra 'el sistema' (sea lo que sea), y por lo tanto se la pasan señalando todo lo que está mal en lo que la mayoría de las personas entienden como normalidad. Y es que la mayoría de las personas ni se rebela contra esa normalidad ni invierte muchas ecuaciones en justificarla o defenderla, sino que se deja llevar por ella como por pura inercia. Los derechairos, en cambio, defienden esa normalidad, o por lo menos atacan a quienes la atacan, y por eso no sobresalen tanto.

Además, las supersticiones exóticas de los chairos (new age y así) sacan mucho de onda porque suenan estrambóticas, pero las supersticiones de los derechairos (las religiones organizadas o las pseudofilosofías) son vistas como creencias normales y hasta respetables, aunque sea igual de absurdo que te puedan alinear los chakras con reiki o que un señor célibe pueda convertir el pan en la carne de Cristo. Dicho de otra forma, los chairos llaman más la atención porque sus estupideces son contracorriente, mientras que las estupideces de los derechairos son básicamente compatibles, si no de plano compartidas, por la estupidez mainstream de la sociedad.

No todos los derechairos son iguales, por supuesto, de modo que aquí les va un catálogo para que aprendan a identificarlos. Las categorías a veces se intersecan, a veces son mutuamente excluyentes. Tengan en cuenta que son generalizaciones sin pretensión académica y que sirven más para describir actitudes que personas. También aclaro que el propósito de esta entrada no es refutar ideas derechairas, sino hacer una taxonomía y reírme un ratito.

El mocho: El tipo básico de derechairo es el religioso que se volvió loco, por lo general católico, pero a menudo cristiano protestante. Lo importante es que 1) su guía moral es un libro que escribieron unos pastores de cabras que vivieron en el desierto hace 3,000 años, y 2) que está ahí para imponerle sus valores a todos los demás. Y si no crees en la Biblia, te recitará versos de la Biblia para que creas en la Biblia. Es el principal opositor a que se dé educación sexual en las escuelas públicas, y a que se legalice el aborto, el matrimonio igualitario o la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Considera que hay un malvado 'lobby gay' que tiene oscuros intereses para destruir a la familia y aúlla con desconsuelo cada vez que ve cómo la modernidad le ha lavado el cerebro a los jóvenes y que "¡se han perdido los valores!". Obviamente, vota por el PAN. Si es de alguna secta protestante, es probable que también sea un creacionista. Alucina que los religiosos devotos son perseguidos hoy en día peor que en tiempos de Nerón. Posdata: Existen pocas cosas tan involuntariamente cómicas como que un tipo religioso te diga que eres un borrego.


El godínez: No exactamente un derechairo, ya que no es un defensor de los valores de la derecha, sino un férreo opositor del chairismo. Es el principal vocero del mantra "¡que se pongan a trabajar!". Odia a los chairos por no aceptar una respetable vida como gris oficinista y por estorbar la calle con sus plantoes y marchas ("¡que se pongan a trabajar!"). Suele carecer de intereses más allá de la chamba, el futbol, películas de Adam Sandler y otras formas bajas de entretenimiento (y saben exactamente qué es lo que debería hacer el director técnico de la selección); jamás se podría charlar con esta persona sobre cosas que no puedan comprarse, comerse, follarse o que no den risa, como la ciencia, el arte o la filosofía. Si llega a saber que ocupas tu tiempo con alguna de estas cosas pensará que eres un ocioso o que no tienes nada útil que hacer ("¡que se pongan a trabajar!"). Sus temas de política son bastante provincianos y se reducen a especular quién va a quedar en cada puesto, pero tanto así como a debatir de ideas políticas no llega. Sus publicaciones en línea incluyen mucho "¡Actitud positiva!", "El cambio está en uno" y "¡Que se pongan a trabajar!".

El criptonazi: Es un güey que dice que Hitler era un gran estadista, pero no es nazi. Cree que Alemania no fue el país agresor en la Segunda Guerra Mundial, sino que sólo se estaba defendiendo de los pérfidos Churchill y Stalin, pero no es nazi. Tal vez no niega tal cual que el Holocausto haya ocurrido, sólo dice que resulta muy sospechosas las historias al respecto, pero no es nazi. Dice que Hitler ha sido muy mal tratado por la 'historia oficial' y trata de educarnos a todos con historias de ciencia ficción (a las que llama con el eufemismo de 'revisionismo histórico') sobre universos paralelos en el que los del Eje eran los buenos, pero no es nazi. Dice que una persona objetiva tiene que admitir que existen diferencias biológicas (como la inteligencia) entre las razas humanas, pero no es nazi. Acusa que actualmente la raza blanca (de la que se siente parte porque es un mexicano de ojos claros) es perseguida, satanizada y obligada a avergonzarse de sí misma, pero no es nazi. Realmente cree que los judíos controlan el mundo, e impulsan los movimientos feministas, socialistas, antirracistas y LGBT, pero no es nazi. En fin, que es un puto nazi, pero no tiene los huevos para decir "soy un puto nazi". Si sabe leer, su libro de cabecera es Derrota mundial.

El übermensch: Es un pendejo que leyó a Nietszche y desde entonces sueña con ser conquistador de naciones. Eso de la civilización se le hace demasiado complicado, y añora una era en la que los fuertes, valientes y virtuosos dominaban a los demás con la fuerza de su voluntad. Cree que la vida es un conflicto constante, una lucha a sangre y fuego en la que sólo los más fuertes sobreviven. Obviamente, él cree que es uno de los fuertes. Rechaza la racionalidad, prefiriendo la voluntad y el instinto animal, y piensa que eso de la moralidad son maricadas diseñadas para mantener oprimidos a los superhombres como él. Eso justifica toda clase de violencia, abuso y opresión: si los oprimidos no saben defenderse, pues es su puto pedo. A menudo termina convirtiéndose en criptonazi, aunque hay una extraña versión de übermensch que se dice de izquierdas, con toda la misma caterva de mamadas, pero en chairo.

El libertariasno: Es el derechairo más moderno; socialmente liberal, está a favor del matrimonio gay, el aborto, la legalización de las drogas y demás puterías porque cree en el sabio principio de que cada quien es libre hacer de su culo un papalote. El problema es que está medio atarantado y cree que la libertad de una persona para fumarse lo que quiera está al mismo nivel, y por tanto debe ser igualmente defendida, que la libertad de las corporaciones para pagar salarios de miseria, destruir ecosistemas y sobornar políticos. En pocas palabras, ama con toda su alma el capitalismo de libre mercado. Todos los problemas se resolverían si dejaran a las empresas a ser libres; sin cobrarles impuestos ni regularlas con leyes ambientales, salarios mínimos o derechos laborales. El Estado de bienestar es para él un arma del estatismo que pone a los países a la orilla de convertirse en Stalinlandia, y por eso está en contra de que cualquier cosa sea pública, todo debe ser privado: la educación, la salud, la seguridad, los parques, los bosques, el sol... En lo único que debería gastar el gobierno es en granaderos que repriman a los chairos.
Seguidor fiel de la pseudocientífica Escuela de Austria, tiene fe en que las sabias leyes del mercado eliminarán a las empresas corruptas, y si a la gente no le gusta que una compañía contamine o explote a sus trabajadores, pues es libre de no comprar sus productos o servicios. Los pobres son pobres porque quieren, y lo único que necesitan es que les dejen ser libres para trabajar duro y prosperar; y si no lo logran, pues ni modos, no lo merecen, que así funciona el darwinismo social. Niega el calentamiento global porque la libre actividad empresarial es incapaz de provocar algo malo. Cuando todo sea propiedad de alguien y todo sea objeto de libre competencia, se resolverán los problemas de la humanidad, habrá prosperidad para todos los que la merezcan, y juntos de la mano caminaremos hacia el arcoíris. Rechaza el socialismo porque es utópico.

El randroide: Es la digievolución de un libertariasno que se activa por la radiación que emiten los libros de Ayn Rand, que es para sus seguidores lo que L. Ron Hubbard a los creyentes de la cientología: fantoches que nadie toma en serio como escritores o pensadores, excepto los miembros de su delirante secta. Un randroide cree básicamente lo mismo que un libertariasno pero aderezado con ideología para ardidos. Es especialmente popular con perdedores solitarios porque les revela que en realidad ellos son mejores que todos los demás y que lo pasa es que la sociedad mediocre y envidiosa los reprime. Una de sus creencias básicas es que cada individuo triunfa o fracasa por sí mismo y que las condiciones sociales no tienen nada que ver, con lo que niega todo lo que hemos aprendido por la sociología en el último medio siglo. Todos los colectivismos son malignos, y le gustaría abolir al Estado, pero no más que acabe su carrera en la universidad pública local. Considera que los empresarios multimillonarios (que se han hecho a sí mismos y sin ayuda de nadie, claro) son la clase más perseguida en este mundo, satanizados por una sociedad envidiosa que necesita y se beneficia de ellos, pero que les tiene rencor. Nada más inmoral y perverso que cobrarle impuestos a los triunfadores para repartirlo entre los parásitos que no lo merecen. Cree que la felicidad no es para todos, sino para quienes luchan por ella, pues si cualquiera pudiera alcanzarla se devaluaría como tu prima la piruja. Podemos poner al randoide junto al übermensch entre los seguidores de pseudofilosofías que sólo son justificaciones racionalizadas para los hijos de puta.

El hateo vriyante / el hecéctico: Es un tipo de derechairo especialmente molesto, porque se cree bien inteligente y racionalote, y se congratula por haber alcanzado el gran logro intelectual de no creer en cosas que no existen. Leyó algún libro de Carl Sagan o alguna columna de Richard Dawkins y ya por eso se siente pensador crítico. Como buen derechairo, su principal ocupación es burlarse de los magufos que creen en cosas sobrenaturales. ¡Pero ojo! nunca comparte ni divulga información que pueda educar al público y refutar las maguferías, sino que sólo se limita a burlarse y jactarse de "¡Qué inteligente soy porque no soy magufo, ajiú, ajiú, ajiú!". El verdadero peligro es que, como se cree muy racional, alucina que sus propias posturas ideológicas tienen la validez y objetividad que hechos científicos establecidos, y por lo tanto se figura que las posturas de la izquierda, como feminismo, indigenismo, anticolonialismo o ambientalismo, están en el mismo lugar que la astrología, ufología, acuputura u homepatía. Por supuesto, para sostenerlo nunca da argumentos, sólo se burla y es sarcástico siguiendo el método derechairo que ya hemos visto. Algunos hateos vriyantes sienten particular fobia hacia el islam, y consideran que todos los musulmanes son locos bombarderos suicidas follacabras que "¡nos destruirán a todos!", razón por la cual suelen hacer más alharaca por un decapitado en Siria que por un periodista asesinado en México. Por razones obvias, se opone al mocho y suele ser un libertariasno. También hay versiones correspondientes en la izquierda, pero ésa es harina de otro costal.

El hispanista: Un tipo particular de revisionista histórico, que está por revelarte la verdad verdadera que te ocultan los libros de la SEP y este maldito gobierno liberal. Básicamente, rechaza la simplonería maniquea del discurso histórico oficial y la sustituye por su propia simplonería maniquea. O sea, te dice que la historia de Méjico fue exactamente al revés, que Iturbide, Santa Anna Maximiliano y Porfirio Díaz eran los buenos, y que Hidalgo, Juárez y los revolucionarios eran los malos. Sobre todo, quiere reivindicar a España, que la Conquista de Méjico fue lo mejor que le pasó a estas tierras y que la Colonia fue una época dorada, y se lamenta de que nuestras raíces hispánicas no sean tan celebradas como las indígenas (Corte a: indígenas viviendo en la actualidad en la pobreza y siendo discriminados por su lengua, cultura y aspecto. Corte de regreso al set). Suele ser un mocho del tipo católico guadalupano y hasta llega a insinuar que lo que Méjico necesita es una monarquía encabezada por los descendientes de Agustín de Iturbide. Es en pinches serio.

El machirrín: Es el derechairo masculino que se siente amenazado por el avance de las feminazis. Considera que todas las feministas son feminazis y que el feminazismo es la peor amenaza al mundo civilizado, por lo que se la pasa publicando en su contra. Los hay de dos tipos básicos:
+A: Es el machirrín conservador, ya sea en su variante de mocho o de criptonazi. Es el que rechaza todos los avances del feminismo desde las sufragistas hasta hoy, que eso de buscar la igualdad es patológico, que sólo destruye a la sociedad y hace infelices a hombres y mujeres por igual. Cree que el feminismo ha arruinado la vida de las mujeres, al quitarles su papel como cariñosas y atentas cuidadoras y apapachadoras, ya que por eso los hombres ahora las consideran sólo para el sepso. Porque, a huevo, una mujer sólo puede ser apreciada como mamá-esposa o como amante-puta, y si pierde una sólo le queda la otra, y además su felicidad depende de cómo los hombres la valoran.
+B: Es el machirrín liberal, que suele ser libertariasno y hateo vriyante. Está a favor de la igualdad entre sexos y de la libertad de las mujeres, pero no es feminista, es sólo que comparte los valores de cualquier persona decente. Ignora con alegría que si ésos llegaron a ser valores de cualquier persona decente fue precisamente gracias al feminismo, pero en fin... Considera que la igualdad ya se logró, que si las mujeres ya votan, trabajan, estudian y tienen sus pertenencias, ¿qué más chingados quieren? (Corte a: casos en los que las autoridades minimizan denuncian de violación, casos de slut shaming contra jovencitas, casos de mujeres que siguen siendo golpeadas por sus maridos, pero no pueden dejarlos porque no son económicamente autosuficientes. Corte de regreso al set). En un clásico movimiento derechairo de "¡los oprimidos somos nosotros!", le encanta espulgar cerecitas y hablar de situaciones en las que los hombres están en desventaja. Puede ser que opte por el término "masculinismo", que es al machismo lo mismo que el "racialismo" al racismo. Teme sinceramente que las feminazis vengan con sus axilas peludas y sus calzones bañados en sangre menstrual a quitarle sus cómics de Batichica.

Bien, creo que eso cubre lo básico. Por supuesto, habrá otras actitudes derechairescas que se me habrán escapado, pero con eso tenemos por el momento. Creo que para evitar caer en el chairismo y el derechairismo lo que una persona debe hacer es informarse y aprender a pensar críticamente (y aún así es difícil), conocer que el mundo es muy complejo y que las formas de pensar son muy diversas.

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