La estrategia de espantar a la gente gritando "comunismo" es muy efectiva en una población ignorante sobre política. La ecuación es sencilla: los convences de que "comunismo" significa opresión, miseria y hambre. Luego les haces creer que cualquier cosa que no le guste o no le conviene a ciertos grupos políticos es parte del comunismo o llevará al comunismo. Si quieren verse sofisticados, usarán frasecillas mamalonas y carentes de sentido como "marxismo cultural", o "neomarxismo posmoderno".
Así los tendrás protestando contra el fin de la segregación o contra el ambientalismo, o contra la equidad de género, o contra los derechos laborales, o los servicios públicos, o el matrimonio gay. En fin, cosas para las que ni hay que ser comunista para apoyarlas. O nomás decirles que tal o cual persona o agrupación es comunista. Y dado que no poseen el menor criterio para analizar sus acciones, sus objetivos o sus palabras, y juzgar si en efecto son o no son comunistas, caen en el juego.
La ignorancia es madre de la credulidad:
Como los televidentes de Fox News, que juraban por sus rifles de asalto y sobre la Biblia que Obama era un peligroso comunista. Esos mismos atarantados fueron luego los que llevaron al poder a Trump, y hoy protestan porque creen que obligarlos a mantener su sana distancia y usar cubrebocas es comunismo.
Entonces, en la protesta anti-Amlo de finales de mayo de 2020 encontramos carteles así:
Ni Amlo ni Morena son comunistas, ni socialistas. Relativamente hablando, son de izquierda, pero eso es porque el resto de las opciones en la partidocracia están a tan a la derecha que es lo único que nos queda. Si Amlo militara todavía en el PRI, sería del ala izquierda de ese partido. Si quieren entender qué es el socialismo y por qué Amlo no lo es, les recomiendo mucho este texto de Juan Pablo de Tavira
Bueno, pero si Amlo no es socialista, ¿qué es? Según Adela Cedillo, su escuela de pensamiento político sería el "nacionalismo revolucionario", es decir, el ala izquierda del viejo PRI, mezclado con una ética cristiana evangelista, muy lejos de la izquierda radical y combativa.
Como jefe de gobierno y candidato presidencial en 2006, AMLO puso en primer plano a los "pobres," un término que no debe leerse como herencia del populismo sino en alusión a la "opción preferencial por los pobres."
El problema con esta vertiente religiosa fue que, en los hechos, reproducía relaciones verticales y de patronazgo, en las que el sujeto privilegiado debía llevar a cabo sacrificios personales para ayudar a los pobres a superar su condición. Mientras que la caridad es vertical y reproduce las relaciones de poder, la solidaridad es horizontal y empodera al que la da y al que la recibe; esta también es una de las líneas divisorias entre tener o no una ética de izquierda.
Los programas sociales de AMLO como jefe de gobierno tenían un aire innegable de caridad cristiana. No es que el Estado no sea responsable de proteger a los más vulnerables, pero debe hacerlo apelando no a un mínimo necesario para su sobrevivencia sino al máximo posible para garantizar su vida digna.
Si bien discursivamente AMLO ha sido fiel hasta el anacronismo al nacionalismo revolucionario y al liberalismo republicano, ha sido su visión social con tintes religiosos la que lo ha posicionado como el político más popular del país. Quienes desconocen la historia de la izquierda mexicana, no han vacilado en atribuir dicha venia social a la pertenencia de AMLO a la izquierda, pese a que él mismo nunca se ha colocado en esa categoría.
Como presidente, AMLO ha llevado a cabo medidas menos progresistas y más draconianas que cuando fue jefe de gobierno de la CDMX. Entre las más sorpresivas destacan sus políticas en detrimento de la clase media ilustrada. AMLO no se percibe como ajeno a la clase media ni a los intelectuales, por el contrario, se considera uno de ellos basado en su experiencia como profesor universitario y en la publicación de 18 libros.
AMLO aspira a que el sector ilustrado siga su ejemplo de reducir salarios y beneficios laborales, trabajar tiempo extra sin paga y hacer todo género de sacrificios por la patria y por los pobres. Lo que dice sin decir en su discurso es: "si yo que soy el máximo líder puedo, ustedes tienen que poder." AMLO le está pidiendo a una comunidad que ya ha sufrido demasiado por los embates del neoliberalismo que sea mesiánica y heroica.
En México es particularmente burdo acusar al Peje de comunismo; es de una imbecilidad que insulta a la inteligencia. Pues las medidas que la oposición derechista llama "comunismo", ni siquiera son particularmente progresistas o de izquierda. ¿Qué hay de comunista o socialista en la militarización de la seguridad, en dar concesiones a empresarios cuates, o la reducción del presupuesto para la ciencia y el gasto social? Es la clase de cosas que los derechistas harían de estar en el poder. Es la clase de cosas que han hecho.
Es la clase de cosas que nos tienen molestos a los izquierdistas. Y cuando alguno de nosotros, los zurdos, manifestamos nuestro descontento con la administración de Amlo, llegan los otros a decir "se les dijo". Pero no fue así, señorones. Ellos nunca dijeron "se harán megaproyectos que afectarán al medio ambiente y despojarán tierras indígenas, mientras se favorece a ricos empresarios aliados del régimen"; no nos advirtieron de que "formaría alianzas con los grupos evangélicos más retrógrados y siniestros, socavando la laicidad del Estado". No, ellos hablaban de "comunismo" y "Venezuela". Y siguen hablando de lo mismo.
Es lo que más me desconcierta: la enorme ignorancia de esta gente. Nunca escogen las fallas reales, los desatinos y promesas incumplidas de este gobierno; de todo lo criticable que tiene el Peje, prefieren elegir atacar a un fantasma que sólo existe en su paupérrima concepción de la realidad sociopolítica. Afectados por un tremendo caso de Dunning-Kruger (mientras menos sepas de algo, más piensas que sabes y más atrevidas son tus opiniones), sin entender en qué consisten las ideologías políticas, se lanzan a vociferar contra el coco castrochavista que se esconde debajo de sus camas.
Sin comprender el enorme descontento social que encontró una esperanza en la promesa morenista, no han pasado del discurso de "gente huevona que no quiere trabajar y nomás quiere que le den cosas gratis", mientras ellos mismos se plantean como "los únicos que trabajan, producen y piensan", y que están siendo "oprimidos", condenados al hambre, por Amlo. ¿Cómo, exactamente, me pregunto?
Y ésta es la gente que quiere ser oposición. Ésta es la gente que se cree inteligente, a diferencia de los chairos tontos. Pero los ignaros son ellos; dudo mucho que la dirigencia del PRI, el PAN y el empresariado que quedó fuera del círculo exclusivo de favorecidos por la 4T realmente crean que Amlo es comunista. Simplemente agitan el espantajo frente a los ojos de una clase media que se cree alta para movilizarla en contra de sus rivales.
Y es entonces cuando pienso: Si la alternativa era tener contenta a esa panda de zafios y empoderada a esa palomilla de oportunistas, no me arrepiento de haber votado por el Peje, por muy decepcionado y encabronado que esté con su desempeño.
La verdadera oposición a Morena no son los políticos prianistas, ni los ridículos protestando desde sus autos contra el "comunismo", ni las señoras compartiendo cadenas de WhatsApp sobre cómo Amlo les va a quitar su casa, ni mucho menos pseudointelectuales de Twitter y YouTube. La verdadera oposición a la 4T son las colectivas feministas, las agrupaciones indígenas, las organizaciones activistas por los derechos humanos, los científicos que tienen que batallar para poder hacer su trabajo sin recursos en un país que no lo valora, los ambientalistas que siguen en la lucha aunque sus líderes sean asesinados (y el Estado morenista no haga nada por protegerlos).
Y esa oposición no tiene ni tendrá jamás cabida en los proyectos del PRI o el PAN. Con todo, tienen más posibilidades de incidir en el curso del país bajo un gobierno morenista. Además, en la 4T podrán estar impresentables como Manuel Bartlett y su junior. Pero también están personas como Olga Sánchez Cordero, Marcelo Ebrard o el mismo Hugo López-Gatell, que se ve que han tenido un trabajo muy arduo para hacer lo necesario en dirección contraria a los disparates que dice el viejo chocho cada mañana, pero sin confrontar directamente al jefe. La 4T es una mezcolanza de esperpentos y oportunidades, y sólo por eso hay en este cambio más esperanza que en la alternativa de haber seguido como siempre.
Mi lealtad está con las causas que defienden esos grupos, los que representan una auténtica oposición contra el poder. Mismos a los cuales los incondicionales seguidores del Peje desdeñan, pintándolos como manipulados por la derecha, cuando no parte de la derecha misma.
Los paranoicos de la fobia al comunismo están lejos de ser la clase dominante que a ellos mismos y a los seguidores de Amlo les gusta pensar. Es más probable que un infortunio les haga bajar al escalafón de uno de sus empleados a que un golpe de fortuna los lleve a convertirse en unos Carlos Slim. Pero lo cierto es que en su mayoría son bastante fresones, whitexicans pues!, y llenan sus actos y palabras de clasismo, racismo, prepotencia, analfabetismo político e insensibilidad social que resultan odiosos.
Estos atarantados son los que seguramente votarían por cualquier Bolsonaro, Trump o Duteterte que les prometiera "salvarlos del comunismo". Eso es lo que me da más miedo, que la 4T fracase de forma tan absoluta que le abra la puerta al fascismo. Un fascismo al que esa gente "buena y trabajadora" le dará la bienvenida.
Así los tendrás protestando contra el fin de la segregación o contra el ambientalismo, o contra la equidad de género, o contra los derechos laborales, o los servicios públicos, o el matrimonio gay. En fin, cosas para las que ni hay que ser comunista para apoyarlas. O nomás decirles que tal o cual persona o agrupación es comunista. Y dado que no poseen el menor criterio para analizar sus acciones, sus objetivos o sus palabras, y juzgar si en efecto son o no son comunistas, caen en el juego.
La ignorancia es madre de la credulidad:
Como los televidentes de Fox News, que juraban por sus rifles de asalto y sobre la Biblia que Obama era un peligroso comunista. Esos mismos atarantados fueron luego los que llevaron al poder a Trump, y hoy protestan porque creen que obligarlos a mantener su sana distancia y usar cubrebocas es comunismo.
Entonces, en la protesta anti-Amlo de finales de mayo de 2020 encontramos carteles así:
Ni Amlo ni Morena son comunistas, ni socialistas. Relativamente hablando, son de izquierda, pero eso es porque el resto de las opciones en la partidocracia están a tan a la derecha que es lo único que nos queda. Si Amlo militara todavía en el PRI, sería del ala izquierda de ese partido. Si quieren entender qué es el socialismo y por qué Amlo no lo es, les recomiendo mucho este texto de Juan Pablo de Tavira
Bueno, pero si Amlo no es socialista, ¿qué es? Según Adela Cedillo, su escuela de pensamiento político sería el "nacionalismo revolucionario", es decir, el ala izquierda del viejo PRI, mezclado con una ética cristiana evangelista, muy lejos de la izquierda radical y combativa.
Como jefe de gobierno y candidato presidencial en 2006, AMLO puso en primer plano a los "pobres," un término que no debe leerse como herencia del populismo sino en alusión a la "opción preferencial por los pobres."
El problema con esta vertiente religiosa fue que, en los hechos, reproducía relaciones verticales y de patronazgo, en las que el sujeto privilegiado debía llevar a cabo sacrificios personales para ayudar a los pobres a superar su condición. Mientras que la caridad es vertical y reproduce las relaciones de poder, la solidaridad es horizontal y empodera al que la da y al que la recibe; esta también es una de las líneas divisorias entre tener o no una ética de izquierda.
Los programas sociales de AMLO como jefe de gobierno tenían un aire innegable de caridad cristiana. No es que el Estado no sea responsable de proteger a los más vulnerables, pero debe hacerlo apelando no a un mínimo necesario para su sobrevivencia sino al máximo posible para garantizar su vida digna.
Si bien discursivamente AMLO ha sido fiel hasta el anacronismo al nacionalismo revolucionario y al liberalismo republicano, ha sido su visión social con tintes religiosos la que lo ha posicionado como el político más popular del país. Quienes desconocen la historia de la izquierda mexicana, no han vacilado en atribuir dicha venia social a la pertenencia de AMLO a la izquierda, pese a que él mismo nunca se ha colocado en esa categoría.
Como presidente, AMLO ha llevado a cabo medidas menos progresistas y más draconianas que cuando fue jefe de gobierno de la CDMX. Entre las más sorpresivas destacan sus políticas en detrimento de la clase media ilustrada. AMLO no se percibe como ajeno a la clase media ni a los intelectuales, por el contrario, se considera uno de ellos basado en su experiencia como profesor universitario y en la publicación de 18 libros.
AMLO aspira a que el sector ilustrado siga su ejemplo de reducir salarios y beneficios laborales, trabajar tiempo extra sin paga y hacer todo género de sacrificios por la patria y por los pobres. Lo que dice sin decir en su discurso es: "si yo que soy el máximo líder puedo, ustedes tienen que poder." AMLO le está pidiendo a una comunidad que ya ha sufrido demasiado por los embates del neoliberalismo que sea mesiánica y heroica.
En México es particularmente burdo acusar al Peje de comunismo; es de una imbecilidad que insulta a la inteligencia. Pues las medidas que la oposición derechista llama "comunismo", ni siquiera son particularmente progresistas o de izquierda. ¿Qué hay de comunista o socialista en la militarización de la seguridad, en dar concesiones a empresarios cuates, o la reducción del presupuesto para la ciencia y el gasto social? Es la clase de cosas que los derechistas harían de estar en el poder. Es la clase de cosas que han hecho.
Es la clase de cosas que nos tienen molestos a los izquierdistas. Y cuando alguno de nosotros, los zurdos, manifestamos nuestro descontento con la administración de Amlo, llegan los otros a decir "se les dijo". Pero no fue así, señorones. Ellos nunca dijeron "se harán megaproyectos que afectarán al medio ambiente y despojarán tierras indígenas, mientras se favorece a ricos empresarios aliados del régimen"; no nos advirtieron de que "formaría alianzas con los grupos evangélicos más retrógrados y siniestros, socavando la laicidad del Estado". No, ellos hablaban de "comunismo" y "Venezuela". Y siguen hablando de lo mismo.
Es lo que más me desconcierta: la enorme ignorancia de esta gente. Nunca escogen las fallas reales, los desatinos y promesas incumplidas de este gobierno; de todo lo criticable que tiene el Peje, prefieren elegir atacar a un fantasma que sólo existe en su paupérrima concepción de la realidad sociopolítica. Afectados por un tremendo caso de Dunning-Kruger (mientras menos sepas de algo, más piensas que sabes y más atrevidas son tus opiniones), sin entender en qué consisten las ideologías políticas, se lanzan a vociferar contra el coco castrochavista que se esconde debajo de sus camas.
Sin comprender el enorme descontento social que encontró una esperanza en la promesa morenista, no han pasado del discurso de "gente huevona que no quiere trabajar y nomás quiere que le den cosas gratis", mientras ellos mismos se plantean como "los únicos que trabajan, producen y piensan", y que están siendo "oprimidos", condenados al hambre, por Amlo. ¿Cómo, exactamente, me pregunto?
Y ésta es la gente que quiere ser oposición. Ésta es la gente que se cree inteligente, a diferencia de los chairos tontos. Pero los ignaros son ellos; dudo mucho que la dirigencia del PRI, el PAN y el empresariado que quedó fuera del círculo exclusivo de favorecidos por la 4T realmente crean que Amlo es comunista. Simplemente agitan el espantajo frente a los ojos de una clase media que se cree alta para movilizarla en contra de sus rivales.
Y es entonces cuando pienso: Si la alternativa era tener contenta a esa panda de zafios y empoderada a esa palomilla de oportunistas, no me arrepiento de haber votado por el Peje, por muy decepcionado y encabronado que esté con su desempeño.
La verdadera oposición a Morena no son los políticos prianistas, ni los ridículos protestando desde sus autos contra el "comunismo", ni las señoras compartiendo cadenas de WhatsApp sobre cómo Amlo les va a quitar su casa, ni mucho menos pseudointelectuales de Twitter y YouTube. La verdadera oposición a la 4T son las colectivas feministas, las agrupaciones indígenas, las organizaciones activistas por los derechos humanos, los científicos que tienen que batallar para poder hacer su trabajo sin recursos en un país que no lo valora, los ambientalistas que siguen en la lucha aunque sus líderes sean asesinados (y el Estado morenista no haga nada por protegerlos).
Y esa oposición no tiene ni tendrá jamás cabida en los proyectos del PRI o el PAN. Con todo, tienen más posibilidades de incidir en el curso del país bajo un gobierno morenista. Además, en la 4T podrán estar impresentables como Manuel Bartlett y su junior. Pero también están personas como Olga Sánchez Cordero, Marcelo Ebrard o el mismo Hugo López-Gatell, que se ve que han tenido un trabajo muy arduo para hacer lo necesario en dirección contraria a los disparates que dice el viejo chocho cada mañana, pero sin confrontar directamente al jefe. La 4T es una mezcolanza de esperpentos y oportunidades, y sólo por eso hay en este cambio más esperanza que en la alternativa de haber seguido como siempre.
Mi lealtad está con las causas que defienden esos grupos, los que representan una auténtica oposición contra el poder. Mismos a los cuales los incondicionales seguidores del Peje desdeñan, pintándolos como manipulados por la derecha, cuando no parte de la derecha misma.
Los paranoicos de la fobia al comunismo están lejos de ser la clase dominante que a ellos mismos y a los seguidores de Amlo les gusta pensar. Es más probable que un infortunio les haga bajar al escalafón de uno de sus empleados a que un golpe de fortuna los lleve a convertirse en unos Carlos Slim. Pero lo cierto es que en su mayoría son bastante fresones, whitexicans pues!, y llenan sus actos y palabras de clasismo, racismo, prepotencia, analfabetismo político e insensibilidad social que resultan odiosos.
Estos atarantados son los que seguramente votarían por cualquier Bolsonaro, Trump o Duteterte que les prometiera "salvarlos del comunismo". Eso es lo que me da más miedo, que la 4T fracase de forma tan absoluta que le abra la puerta al fascismo. Un fascismo al que esa gente "buena y trabajadora" le dará la bienvenida.