Buenos dias, tardes o noches mis estimados lectores.
Hoy quiero mostrarles una simple gráfica. Sencilla, basada en estadísticas. Pero contundente, porque muestra el camino que ha seguido nuestro país en la última década. No proviene de ningún sitio alarmista, ni de medios que se la pasen criticando a nuestro gobierno sólo porque sí. No son invenciones de chairos que mejor deberían ponerse trabajar. Son datos duros y fríos. Aquí la tienen:
Hoy quiero mostrarles una simple gráfica. Sencilla, basada en estadísticas. Pero contundente, porque muestra el camino que ha seguido nuestro país en la última década. No proviene de ningún sitio alarmista, ni de medios que se la pasen criticando a nuestro gobierno sólo porque sí. No son invenciones de chairos que mejor deberían ponerse trabajar. Son datos duros y fríos. Aquí la tienen:
Nos muestra la incidencia de muertes violentas en México. Como en todo el mundo durante el siglo XX la tendencia iba hacia una baja gradual pero constante. A partir de 2006, sin embargo, la violencia se disparó hacia arriba otra vez. ¿Por qué? Porque ese año el entonces presidente, el panista Felipe Calderón Hinojosa, inició la "Guerra contra el narco".
Eso es lo que nos ha dejado esa guerra, continuada por el actual presidente Enrique Peña Nieto. No menos drogas, sino más violencia y más muerte, violaciones a derechos humanos de civiles inocentes, el resentimiento de la clase militar y miles de cadáveres en fosas clandestinas [aquí]. Cien mil muertos y mas de 30 mil desaparecidos [aquí].
Cuando alguien les diga que extraña a Calderón y que quiere reelegirlo en la figura de su esposa, muéstrele esta gráfica. Quizá no lo conmueva, quizá responda "pues así son las guerras", quizá sea de las personas que, por privilegio de clase, no han tenido que poner los muertos de este conflicto. Pero si tienen algo de conciencia, empatía y honestidad intelectual, alguna fibra les tocará.
Estamos en 2017. Miroslava Breach, periodista de Chihuahua, fue asesinada en marzo, mientras llevaba a su hijo a la escuela. Había dedicado su carrera a escribir sobre el narco; era una periodista incómoda.
Ema Gabriela Molina se había separado de Martín Alberto Medina, involucrado con el gobierno del priista Andrés Granier en Tabasco. Él secuestró a los hijos de ambos y ella luchó años para conseguir la custodia. Poco después de que lo lograra, fue asesinada en Mérida el pasado mes de abril.
El 10 de mayo fue asesinada Miriam Rodríguez en Tamaulipas. Tras la desaparición de su hija, ante la ineptitud o falta de voluntad de las autoridades, ella se dedicó a buscarla. Encontró sus restos dos años después y tras ello se dedicó a seguir ayudando a las personas a buscar a sus seres queridos desaparecidos.
A los pocos días fue asesinado el periodista Javier Valdez, querido y admirado por muchos en el gremio. Le había dedicado varios libros y reportajes al narco en México. Consideraba que su misión era darle voz a las historias que pasaban desapercibidas en los medios. Había que luchar contra la indiferencia y el olvido [aquí]. Poco después fueron atacados a tiros Sonia Córdova y Jonathan Rodríguez, ambos periodistas de Jalisco. Él perdió la vida y ella acabó en el hospital [aquí].
Como bien dice Jan Jarab, todo asesinato es una tragedia y una injusticia, pero cuando se mata a periodistas o activistas, se matan oportunidades para hacer un mundo mejor. Pero eso duele tanto y por eso da tanto miedo y tanta rabia. Porque en México pedir justicia es causa de muerte.
Más de 120 periodistas han sido asesinados en México en la última década. Treinta y seis en lo que va del sexenio de Peña Nieto. Seis de ellos sólo en los últimos cuatro meses [aquí]. Nuestro país es el más peligroso para el periodismo después de Siria y Afganistán, ambos en situación de guerra [aquí]. De hecho, México es el segundo país del mundo con más muertes en el contexto de un conflicto que amenaza la seguridad nacional [aquí]. Aunque cabe aclarar otros países tienen más muertes violentas relacionadas con otros fenómenos sociales (Brasil y Honduras tienen más muertes por delincuencia, por ejemplo), no es de mucho consuelo.
Ahora quiero mostrarles otra imagen. Se trata de una fotografía de 2012, año de la campaña presidencial y triunfo electoral de Enrique Peña Nieto, que marcó el regreso del PRI a Los Pinos después de 12 años de alternancia. Muchos temíamos que aquel fuera un retroceso histórico, pero los priistas aseguraban que ésta se trataba de una nueva generación de políticos, modernos, preparados y visionarios. La foto muestra a Enrique Peña Nieto presumiendo a los 19 gobernadores priistas. ¿Qué ha sido de ellos?
Ahora quiero mostrarles otra imagen. Se trata de una fotografía de 2012, año de la campaña presidencial y triunfo electoral de Enrique Peña Nieto, que marcó el regreso del PRI a Los Pinos después de 12 años de alternancia. Muchos temíamos que aquel fuera un retroceso histórico, pero los priistas aseguraban que ésta se trataba de una nueva generación de políticos, modernos, preparados y visionarios. La foto muestra a Enrique Peña Nieto presumiendo a los 19 gobernadores priistas. ¿Qué ha sido de ellos?
Diez de ellos están siendo procesados por diversos delitos, se encuentran prófugos de la justicia o han sido señalado por la prensa, ONGs u otras instituciones. Entre ellos se encuentran César Duarte, Javier Duarte, Andrés Granier, Mario Anguiano, Fausto Vallejo, Rubén Moreira, Roberto Borge, Egidio Torre, Rodrigo Medina y Roberto Sandoval. Ésta es una imagen que hay que mostrar cada vez que un priista defienda a su partido. Es una foto que México no debe olvidar.
México está sufriendo la generación de gobernadores más corrupta en su historia [aquí], principalmente priistas, pero también algunos panistas y perredistas. Ya ni siquiera encontré espacio en esta nota (o el ánimo) para abundar sobre el caso Odebrecht, el escándalo de corrupción internacional más grande de los últimos años y en el que parecen estar involucrados funcionarios mexicanos [aquí]. ¿Por cierto, alguien se acuerda de los Panamá Papers?
Esto es solamente una muestra, un resumen del panorama del país. No son problemas inventados, ni casos que sólo afecten a unos cuantos, ni pretextos para "los chairos que siempre protestan por todo". Ésta es la realidad.
Esto es solamente una muestra, un resumen del panorama del país. No son problemas inventados, ni casos que sólo afecten a unos cuantos, ni pretextos para "los chairos que siempre protestan por todo". Ésta es la realidad.
¿Le extraña a alguien que haya quien de verdad sienta que le duele México?
Mi propósito no es deprimirlos ni desanimarlos. Al hablar de cosas malas siempre se corre el riesgo de generar en quien escucha una apatía producto del sentimiento de impotencia. "Si no puedo hacer nada al respecto, ¿para qué me mortifico?".
La tentación es retraerse hacia la vida privada, que de por sí tiene muchos problemas. "Mientras me vaya bien a mí, ¿para qué cargar con el peso del mundo en los hombros?". Pero si la situación sigue empeorando, tarde o temprano te tocará a ti o a tus seres queridos, ya sea en forma de la inseguridad, los problemas económicos o la arbitrariedad del poder corrupto. Cuando los precios se inflen y el sueldo te alcance para cada vez menos, cuando las calles de ciudad se vean invadidas por la inseguridad, no te será de mucho consuelo el ser una buena persona que cumple con sus responsabilidades individuales y no se mete con nadie. Estos problemas no se van a ir pensando "hay que chingarle y trabajar duro" o "el cambio está en uno mismo".
Estos son problemas colectivos que requieren de soluciones colectivas. Necesitamos reencontrarnos los unos a los otros, recomponer nuestro tejido social, organizarnos como sociedad civil en contra tanto del crimen organizado como de la clase política. De los partidos podemos esperar de poco a nada. A lo mucho, podríamos calcular bajo qué gobierno resultaría más fácil organizarnos para empezar a componer esta sociedad; sobre qué gobierno sería más efectivo ejercer presión para que hagan lo que se necesita.
No puedo ofrecerles soluciones. Pero estoy seguro que el seguir atomizándonos, el seguir con el individualismo sin empatía por nuestro prójimo, con el desinterés por los temas políticos y sociales, con la ceguera elegida ante la situación del país, con la cerrazón ideológica y el tribalismo, no nos va a llevar a ningún lado, sino a más dolor para todos.
No puedo ofrecerles soluciones. Pero estoy seguro que el seguir atomizándonos, el seguir con el individualismo sin empatía por nuestro prójimo, con el desinterés por los temas políticos y sociales, con la ceguera elegida ante la situación del país, con la cerrazón ideológica y el tribalismo, no nos va a llevar a ningún lado, sino a más dolor para todos.
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