Sé que quiero que el PRI no siga consolidando su poder, pero también sé que eso es muy difícil de lograr y además las alternativas o no son viables o no son atractivas (o ambas).
El PAN se suicidó como partido en el poder, y Calderón en su estúpida guerra contra el narco y en su estúpida paranoia anti-Peje prácticamente le regresó la presidencia al PRI.
Entre la obstinación de López Obrador y el deterioro de credibilidad y calidad moral del PRD, la izquierda se encuentra fragmentada, con sus figuras señeras jalando cada quien por su lado. El cisma de la izquierda y la baja popularidad de Morena en las encuestas demuestra también que, si fuimos muchos los que votamos por López Obrador en una o ambas elecciones presidenciales, los incondicionales del Peje, los que lo seguirán to whatever end, son más bien pocos.
Después del 2009 y le gran porcentaje de votos nulos, aun defiendo el voto nulo como una expresión de protesta completamente válida, y me parecen chocantes quienes desde una pretendida superioridad moral atacan a los que han elegido esta opción. Además, los que pregonan contra el voto nulo suelen ser miembros o seguidores de la izquierda partidista, que no sé por qué creen que si no fuéramos a anular nuestro voto, los elegiríamos a ellos. Siguen con un discurso de "¡si no votan por nosotros, la mafia del poder ganará!", que es realmente depender en el hecho de que son los menos malos. Pero, ¿qué creen? Eso ya no es suficiente, van a tener que hacer algo mejor si quieren merecer mi voto.
Pero la sola expresión de inconformidad me parece a estas alturas insuficiente, sobre todo porque al poder le es muy fácil ignorarla. El voto nulo no tiene valor jurídico. Se cuenta no más como estadística y no incide en el reparto de prebendas y beneficios para los partidos políticos.
Digamos que tenemos 1,000 votos, ¿ok? De ésos, se anulan 54. Cuando se haga el conteo para ver qué partidos mantendrán su registro, cuántos plurinominales le tocan a cada quien y cuál es el presupuesto que se les asignará en el futuro inmediato, no se tendrán en cuenta los 54 votos nulos, sino que se considerarán los otros 946 como el 100% de los votos válidos. Un partido de ésos chiquitos y parasitarios que sólo hubiera obtenido 29 votos aún mantendría su registro, porque sólo necesitan el 3% de los votos válidos.
Entonces el voto nulo podrá ser una expresión muy legítima de descontento, pero hoy por hoy como estrategia me parece insuficiente. ¿Qué nos queda? Pues para mí, estrategia es la palabra clave, por lo que yo pienso seguir una triple.
Bien, sepan ustedes que odio al PRI con la fuerza de diez mil soles. Esto porque no lo considero simplemente un partido político con cuyas prácticas e ideologías yo estoy en desacuerdo: el PRI es una organización criminal. De modo que en los casos en los que haya una oposición al PRI que tenga alguna posibilidad de ganar, si pudiera votar votaría por esa opción. No porque los otros partidos sean menos malos, sino porque por lo menos le quitaría una plaza al PRI.
Sin embargo, hay muchos otros casos en los que la oposición no tiene oportunidad alguna de ganar. Y es que sus partidos lo han hecho muy mal también, han demostrado las mismas prácticas de corrupción y la misma ineptitud para gobernar. No se merecen mi voto, y no quiero que puedan contarlo entre los suyos.
Pero estas elecciones hay una nueva opción: las candidaturas independientes. Éstas representan el principal riesgo para la partidocracia. Si le doy mi voto a un candidato independiente, mi voto contará como parte del total de votos válidos; si el candidato no gana, ningún partido político contabilizará ese voto a la hora de pedir presupuestos o colocar plurinominales. Si de 1,000 votos 54 se van al candidato independiente, los demás partidos tendrán que repartirse el otro 94.6%. El partiducho parasitario que sólo obtuviera 29 votos perdería su registro, y a mí me parece muy bien que nos deshagamos de esas lacras.
Pero ¿y si gana el candidato independiente? Ése sí que sería un gran golpe a la partidocracia, incluso si el candidato es una inepto o proviene del mismo partido en el poder, como el fantoche de El Bronco en Nuevo León. Lo que importa no es el candidato en sí, sino el hecho mismo de que triunfe una candidatura independiente, porque esto podría abrir nuevas posibilidades para las siguientes elecciones, en especial la de 2018. ¿Se imaginan candidatos independientes compitiendo para la presidencia?
En España acaba de ocurrir un fenómeno sin precedentes Tras décadas de bipartidismo, nuevos partidos de origen ciudadano se han colado a posiciones de poder. No sé mucho sobre Podemos más que lo que he leído de fuentes españolas; tengo entendido que entre sus defectos tiene muchos problemas para demostrar coherencia ideológica, que ha protagonizado escándalos de corrupción y que en general le tira al ala chairo-mamerta de la izquierda. Pero más importante que el partido Podemos en sí resulta la experiencia de que un movimiento emanado de la ciudadanía y la protesta social ha llevado a candidaturas y puestos de elección popular a personas ajenas a la clase política, y ahora se encuentra en la posición de negociar con los dos partidos grandulones (PP y PSOE).
¿Podemos esperar un futuro así para México? No veo por qué no.
Ahora bien, en los casos en los que no exista una oposición real al poder, ni una candidatura independiente, sí pienso anular mi voto. Quiero, en esos casos sí, sumarme a la protesta de quienes están hasta la madre del quehacer de los partidos políticos. En 2009 no vimos beneficios inmediatos, pero el voto nulo sirvió para presionar al gobierno y finalmente llevar a cabo reformas electorales que empiezan a empoderar a la ciudadanía, tales como la consulta ciudadana y los mismos candidatos independientes. Existe un movimiento muy fuerte que quiere darle valor jurídico al voto nulo, de forma que se cuente como parte del 100% de los votos, y esto sólo se logrará si se demuestra un fuerte descontento.
Además de lo anterior añado que, como he dicho con anterioridad, votar no es la única forma de participación ciudadana, ni de lograr el cambio social; es más, ni siquiera es necesaria si no te parece. Los políticos quisieran que sólo fuéramos eso: gente buena que vota y se va, y por eso quieren hacernos creer que si no votamos no tenemos derecho a exigirle al gobierno y que en el voto termina nuestra participación en la política. Pero ello es falso, el no votar no te obliga a aceptar calladamente las pendejadas del gobierno, ni votar es lo único que puedes hacer para cambiar el país.
Me abstengo de opinar sobre el boicoteo a las elecciones. De entrada, porque no vivo en la "motherland". Las personas que viven en los estados donde se promueve tomar casillas e impedir el proceso electoral se encuentran en situaciones de violencia e ingobernabilidad tan difíciles, que sería soberbio de mi parte presumir de entenderlas y opinar al respecto.
En síntesis, mi estrategia triple para estas elecciones consiste en lo siguiente: donde haya una oposición real y factible al PRI, votar por ella; donde haya una candidatura independiente, votar por ella; donde no haya ninguna de estas dos opciones, mandarlos a todos al carambas y anular mi voto.
Espero que ustedes encuentren valiosa esta propuesta. Sé que debí escribir sobre el tema mucho antes, y no a menos de una semana de las elecciones, pero es que de verdad no sabía ni qué hacer. Así de mal están las cosas.
Para echar coco y formarse opinión:
Candidatos independientes, opción al hartazgo
Total, no hay bronca ¿o sí?
Anular es votar
Anular o votar, he ahí el dilema
Voto nulo, ¿a quién beneficia?
La abstención electoral favorecerá al PRI
¿De dónde salen los anulistas?
Votar por el PRI
Sentido contrario: El PRI no aprendió nada
Adiós al modelo político de Kang y Kodos
El PAN se suicidó como partido en el poder, y Calderón en su estúpida guerra contra el narco y en su estúpida paranoia anti-Peje prácticamente le regresó la presidencia al PRI.
Entre la obstinación de López Obrador y el deterioro de credibilidad y calidad moral del PRD, la izquierda se encuentra fragmentada, con sus figuras señeras jalando cada quien por su lado. El cisma de la izquierda y la baja popularidad de Morena en las encuestas demuestra también que, si fuimos muchos los que votamos por López Obrador en una o ambas elecciones presidenciales, los incondicionales del Peje, los que lo seguirán to whatever end, son más bien pocos.
Después del 2009 y le gran porcentaje de votos nulos, aun defiendo el voto nulo como una expresión de protesta completamente válida, y me parecen chocantes quienes desde una pretendida superioridad moral atacan a los que han elegido esta opción. Además, los que pregonan contra el voto nulo suelen ser miembros o seguidores de la izquierda partidista, que no sé por qué creen que si no fuéramos a anular nuestro voto, los elegiríamos a ellos. Siguen con un discurso de "¡si no votan por nosotros, la mafia del poder ganará!", que es realmente depender en el hecho de que son los menos malos. Pero, ¿qué creen? Eso ya no es suficiente, van a tener que hacer algo mejor si quieren merecer mi voto.
Pero la sola expresión de inconformidad me parece a estas alturas insuficiente, sobre todo porque al poder le es muy fácil ignorarla. El voto nulo no tiene valor jurídico. Se cuenta no más como estadística y no incide en el reparto de prebendas y beneficios para los partidos políticos.
Digamos que tenemos 1,000 votos, ¿ok? De ésos, se anulan 54. Cuando se haga el conteo para ver qué partidos mantendrán su registro, cuántos plurinominales le tocan a cada quien y cuál es el presupuesto que se les asignará en el futuro inmediato, no se tendrán en cuenta los 54 votos nulos, sino que se considerarán los otros 946 como el 100% de los votos válidos. Un partido de ésos chiquitos y parasitarios que sólo hubiera obtenido 29 votos aún mantendría su registro, porque sólo necesitan el 3% de los votos válidos.
Entonces el voto nulo podrá ser una expresión muy legítima de descontento, pero hoy por hoy como estrategia me parece insuficiente. ¿Qué nos queda? Pues para mí, estrategia es la palabra clave, por lo que yo pienso seguir una triple.
Bien, sepan ustedes que odio al PRI con la fuerza de diez mil soles. Esto porque no lo considero simplemente un partido político con cuyas prácticas e ideologías yo estoy en desacuerdo: el PRI es una organización criminal. De modo que en los casos en los que haya una oposición al PRI que tenga alguna posibilidad de ganar, si pudiera votar votaría por esa opción. No porque los otros partidos sean menos malos, sino porque por lo menos le quitaría una plaza al PRI.
Sin embargo, hay muchos otros casos en los que la oposición no tiene oportunidad alguna de ganar. Y es que sus partidos lo han hecho muy mal también, han demostrado las mismas prácticas de corrupción y la misma ineptitud para gobernar. No se merecen mi voto, y no quiero que puedan contarlo entre los suyos.
Pero estas elecciones hay una nueva opción: las candidaturas independientes. Éstas representan el principal riesgo para la partidocracia. Si le doy mi voto a un candidato independiente, mi voto contará como parte del total de votos válidos; si el candidato no gana, ningún partido político contabilizará ese voto a la hora de pedir presupuestos o colocar plurinominales. Si de 1,000 votos 54 se van al candidato independiente, los demás partidos tendrán que repartirse el otro 94.6%. El partiducho parasitario que sólo obtuviera 29 votos perdería su registro, y a mí me parece muy bien que nos deshagamos de esas lacras.
Pero ¿y si gana el candidato independiente? Ése sí que sería un gran golpe a la partidocracia, incluso si el candidato es una inepto o proviene del mismo partido en el poder, como el fantoche de El Bronco en Nuevo León. Lo que importa no es el candidato en sí, sino el hecho mismo de que triunfe una candidatura independiente, porque esto podría abrir nuevas posibilidades para las siguientes elecciones, en especial la de 2018. ¿Se imaginan candidatos independientes compitiendo para la presidencia?
En España acaba de ocurrir un fenómeno sin precedentes Tras décadas de bipartidismo, nuevos partidos de origen ciudadano se han colado a posiciones de poder. No sé mucho sobre Podemos más que lo que he leído de fuentes españolas; tengo entendido que entre sus defectos tiene muchos problemas para demostrar coherencia ideológica, que ha protagonizado escándalos de corrupción y que en general le tira al ala chairo-mamerta de la izquierda. Pero más importante que el partido Podemos en sí resulta la experiencia de que un movimiento emanado de la ciudadanía y la protesta social ha llevado a candidaturas y puestos de elección popular a personas ajenas a la clase política, y ahora se encuentra en la posición de negociar con los dos partidos grandulones (PP y PSOE).
¿Podemos esperar un futuro así para México? No veo por qué no.
Ahora bien, en los casos en los que no exista una oposición real al poder, ni una candidatura independiente, sí pienso anular mi voto. Quiero, en esos casos sí, sumarme a la protesta de quienes están hasta la madre del quehacer de los partidos políticos. En 2009 no vimos beneficios inmediatos, pero el voto nulo sirvió para presionar al gobierno y finalmente llevar a cabo reformas electorales que empiezan a empoderar a la ciudadanía, tales como la consulta ciudadana y los mismos candidatos independientes. Existe un movimiento muy fuerte que quiere darle valor jurídico al voto nulo, de forma que se cuente como parte del 100% de los votos, y esto sólo se logrará si se demuestra un fuerte descontento.
Además de lo anterior añado que, como he dicho con anterioridad, votar no es la única forma de participación ciudadana, ni de lograr el cambio social; es más, ni siquiera es necesaria si no te parece. Los políticos quisieran que sólo fuéramos eso: gente buena que vota y se va, y por eso quieren hacernos creer que si no votamos no tenemos derecho a exigirle al gobierno y que en el voto termina nuestra participación en la política. Pero ello es falso, el no votar no te obliga a aceptar calladamente las pendejadas del gobierno, ni votar es lo único que puedes hacer para cambiar el país.
Me abstengo de opinar sobre el boicoteo a las elecciones. De entrada, porque no vivo en la "motherland". Las personas que viven en los estados donde se promueve tomar casillas e impedir el proceso electoral se encuentran en situaciones de violencia e ingobernabilidad tan difíciles, que sería soberbio de mi parte presumir de entenderlas y opinar al respecto.
En síntesis, mi estrategia triple para estas elecciones consiste en lo siguiente: donde haya una oposición real y factible al PRI, votar por ella; donde haya una candidatura independiente, votar por ella; donde no haya ninguna de estas dos opciones, mandarlos a todos al carambas y anular mi voto.
Espero que ustedes encuentren valiosa esta propuesta. Sé que debí escribir sobre el tema mucho antes, y no a menos de una semana de las elecciones, pero es que de verdad no sabía ni qué hacer. Así de mal están las cosas.
Para echar coco y formarse opinión:
Candidatos independientes, opción al hartazgo
Total, no hay bronca ¿o sí?
Anular es votar
Anular o votar, he ahí el dilema
Voto nulo, ¿a quién beneficia?
La abstención electoral favorecerá al PRI
¿De dónde salen los anulistas?
Votar por el PRI
Sentido contrario: El PRI no aprendió nada
Adiós al modelo político de Kang y Kodos