lunes, diciembre 28, 2015

El Fantasma del Populismo

El pasado 28 de septiembre, el presidente Enrique Peña Nieto hablo ante la Asamblea General de la ONU, y entre otras cosas advirtió acerca de los peligros del populismo que, según él, tiene amenazado al mundo entero. Y yo me pregunto: Peña, ¿de qué putas estás hablando?

No es la primera vez que EPN trae a colación el asunto; ya lo había mencionado en su tercer informe de gobierno, y la advertencia ha estado presente en algunas otras declaraciones de políticos de su partido. Pues yo me pregunto, ¿a qué viene esto? ¿Por qué advertir contra el populismo cuando nuestro país pasa por crisis de: derechos humanos, inseguridad, economía, desconfianza en el gobierno, y demás? ¿Por qué de pronto le preocupa al gobierno eso del populismo?

Algunos conocidos me han dicho que no se debe confundir "populismo" con el peyorativo "demagogia". Según ellos, "demagogia" es un término indiscutiblemente negativo que implica la manipulación de las pasiones y deseos del pueblo para beneficio del demagogo. "Populismo" sería un término más neutral para describir un tipo de política que se enfoca en el bienestar del pueblo. Como sea, y para no meternos en camisa de once varas, creo que es seguro afirmar que Peña Nieto y sus achichincles usan "populismo" como sinónimo de "demagogia".

Va, pues, a Peña le preocupa mucho que haya demagogos manipuladores aprovechándose de las pasiones de pueblo para destruir el progreso logrado por su magnífico e irreprochable gobierno. ¿De quién está hablando? Pues de Andrés Manuel López Obrador, es de suponer. Pos nada, un político tirándole mierda a un político opositor, cosa de todos los días.

Pero quizá el asunto va más allá. Las acusaciones de "cuidado con el populista, va a entrar a tu casa a robarte tu tele para dársela a los tarahumaras" no tiene nada de novedoso, pues ese mismo discurso ha estado presente desde antes de las elecciones del 2006. Sin embargo, la insistencia de advertir sobre este peligro justo ahora cuando el país está en llamas y los índices de aprobación de Peña están más bajos que nunca, me hace levantar la ceja en un gesto de suspicacia.

Creo que lo que verdaderamente le preocupa a Peña no es la demagogia. Después de todo, el PRI ha sido y sigue siendo el partido de la demagogia en México. El partido jurásico bien podría dar clases de demagogia, con acarreos de públicos para sus eventos, sus programas asistencialistas para mantener tranquila a la gente sin combatir de veras la desigualdad y la pobreza, su alianza con Televisa para tener candidatos galanes y primeras damas de telenovela, y su hábil explotación de los prejuicios, odios y temores comunes de los mexicanos.

Mi opinión de ciudadano que trata de estar informado es ésta: lo que le preocupa a Peña es el descontento social, producto de su escandalosamente corrupta administración y las diversas crisis por las atraviesa nuestro país. Creo que el discurso de Peña y sus esbirros pretenden desestimar el descontento y, sobre todo, deslegitimar sus manifestaciones en forma de activismo social, movimientos políticos, expresiones de protesta, insurrecciones y demás.

Peña admite que hay razones para estar descontento, PERO que no por ello hay que hacerla de tos. Serán los malvados demagogos los que busquen explotar ese descontento para hacer desmadre y romper la unidad de nuestro país. Una unidad que consiste en callarse la boca y seguir el proyecto del presidente. Los buenos mexicanos hacen esto, los malos mexicanos arman borlote que desestabiliza al país. Ya hemos visto esto antes también, un montón de veces, desde los discursos de Díaz Ordaz en el 68, hasta las llamadas de Calderón a la unidad durante la crisis del 2008. Es un buen fantasma para agitar frente a los ojos del público y hacerlo odiar no al que comete las injusticias sino al que se encabrona por ellas.

Un ejemplo muy concreto: centrar el tema del crimen de Ayotzinapa en la responsabilidad de siniestros demagogos que incitaron a manipulables jovencitos a andar de revoltosos, provocando con ello su muerte. Los malos no son los asesinos, lo indignante no son las condiciones sociales y políticas que llevaron a esos jóvenes a la insurrección; todos estaría bien y tranquilos si los demagogos no los hubieran incitado.

Las expresiones de descontento social pueden ser productivas y progresistas o pueden ser destructivas y regresivas. Que haya causas muy legítimas para indignarse no quiere decir que todas las formas de manifestarlo sean legítimas también. Hay que admitir esto, desde luego. Pero me parece propio de demagogos engañabobos el desviar la atención de los orígenes del descontento hacia las manifestaciones del mismo. Como dije antes, una revolución no se da nada más porque la gente se contagie de pronto con ideologías utópicas; no es como que antes todos estaban muy contentos y que de no ser por los malvados populistas manipuladores nunca se habrían rebelado.

En fin, como el Gran Hermano de Mil Novecientos Ochenta y Cuatro y sus lemas "la guerra es la paz, la libertad es esclavitud y la ignorancia es la fuerza", el gobierno trata de convencernos de un mundo al revés, en el que lo malo no es la injusticia, sino la reacción contra esa injusticia.

lunes, junio 01, 2015

¿Votar o No Votar? Esa es la pregunta

Sé que quiero que el PRI no siga consolidando su poder, pero también sé que eso es muy difícil de lograr y además las alternativas o no son viables o no son atractivas (o ambas).
El PAN se suicidó como partido en el poder, y Calderón en su estúpida guerra contra el narco y en su estúpida paranoia anti-Peje prácticamente le regresó la presidencia al PRI.
Entre la obstinación de López Obrador y el deterioro de credibilidad y calidad moral del PRD, la izquierda se encuentra fragmentada, con sus figuras señeras jalando cada quien por su lado. El cisma de la izquierda y la baja popularidad de Morena en las encuestas demuestra también que, si fuimos muchos los que votamos por López Obrador en una o ambas elecciones presidenciales, los incondicionales del Peje, los que lo seguirán to whatever end, son más bien pocos.

Después del 2009 y le gran porcentaje de votos nulos, aun defiendo el voto nulo como una expresión de protesta completamente válida, y me parecen chocantes quienes desde una pretendida superioridad moral atacan a los que han elegido esta opción. Además, los que pregonan contra el voto nulo suelen ser miembros o seguidores de la izquierda partidista, que no sé por qué creen que si no fuéramos a anular nuestro voto, los elegiríamos a ellos. Siguen con un discurso de "¡si no votan por nosotros, la mafia del poder ganará!", que es realmente depender en el hecho de que son los menos malos. Pero, ¿qué creen? Eso ya no es suficiente, van a tener que hacer algo mejor si quieren merecer mi voto.

Pero la sola expresión de inconformidad me parece a estas alturas insuficiente, sobre todo porque al poder le es muy fácil ignorarla. El voto nulo no tiene valor jurídico. Se cuenta no más como estadística y no incide en el reparto de prebendas y beneficios para los partidos políticos.
Digamos que tenemos 1,000 votos, ¿ok? De ésos, se anulan 54. Cuando se haga el conteo para ver qué partidos mantendrán su registro, cuántos plurinominales le tocan a cada quien y cuál es el presupuesto que se les asignará en el futuro inmediato, no se tendrán en cuenta los 54 votos nulos, sino que se considerarán los otros 946 como el 100% de los votos válidos. Un partido de ésos chiquitos y parasitarios que sólo hubiera obtenido 29 votos aún mantendría su registro, porque sólo necesitan el 3% de los votos válidos.

Entonces el voto nulo podrá ser una expresión muy legítima de descontento, pero hoy por hoy como estrategia me parece insuficiente. ¿Qué nos queda? Pues para mí, estrategia es la palabra clave, por lo que yo pienso seguir una triple.

Bien, sepan ustedes que odio al PRI con la fuerza de diez mil soles. Esto porque no lo considero simplemente un partido político con cuyas prácticas e ideologías yo estoy en desacuerdo: el PRI es una organización criminal. De modo que en los casos en los que haya una oposición al PRI que tenga alguna posibilidad de ganar, si pudiera votar votaría por esa opción. No porque los otros partidos sean menos malos, sino porque por lo menos le quitaría una plaza al PRI.

Sin embargo, hay muchos otros casos en los que la oposición no tiene oportunidad alguna de ganar. Y es que sus partidos lo han hecho muy mal también, han demostrado las mismas prácticas de corrupción y la misma ineptitud para gobernar. No se merecen mi voto, y no quiero que puedan contarlo entre los suyos.

Pero estas elecciones hay una nueva opción: las candidaturas independientes. Éstas representan el principal riesgo para la partidocracia. Si le doy mi voto a un candidato independiente, mi voto contará como parte del total de votos válidos; si el candidato no gana, ningún partido político contabilizará ese voto a la hora de pedir presupuestos o colocar plurinominales. Si de 1,000 votos 54 se van al candidato independiente, los demás partidos tendrán que repartirse el otro 94.6%. El partiducho parasitario que sólo obtuviera 29 votos perdería su registro, y a mí me parece muy bien que nos deshagamos de esas lacras.

Pero ¿y si gana el candidato independiente? Ése sí que sería un gran golpe a la partidocracia, incluso si el candidato es una inepto o proviene del mismo partido en el poder, como el fantoche de El Bronco en Nuevo León. Lo que importa no es el candidato en sí, sino el hecho mismo de que triunfe una candidatura independiente, porque esto podría abrir nuevas posibilidades para las siguientes elecciones, en especial la de 2018. ¿Se imaginan candidatos independientes compitiendo para la presidencia?

En España acaba de ocurrir un fenómeno sin precedentes Tras décadas de bipartidismo, nuevos partidos de origen ciudadano se han colado a posiciones de poder. No sé mucho sobre Podemos más que lo que he leído de fuentes españolas; tengo entendido que entre sus defectos tiene muchos problemas para demostrar coherencia ideológica, que ha protagonizado escándalos de corrupción y que en general le tira al ala chairo-mamerta de la izquierda. Pero más importante que el partido Podemos en sí resulta la experiencia de que un movimiento emanado de la ciudadanía y la protesta social ha llevado a candidaturas y puestos de elección popular a personas ajenas a la clase política, y ahora se encuentra en la posición de negociar con los dos partidos grandulones (PP y PSOE).

¿Podemos esperar un futuro así para México? No veo por qué no.

Ahora bien, en los casos en los que no exista una oposición real al poder, ni una candidatura independiente, sí pienso anular mi voto. Quiero, en esos casos sí, sumarme a la protesta de quienes están hasta la madre del quehacer de los partidos políticos. En 2009 no vimos beneficios inmediatos, pero el voto nulo sirvió para presionar al gobierno y finalmente llevar a cabo reformas electorales que empiezan a empoderar a la ciudadanía, tales como la consulta ciudadana y los mismos candidatos independientes. Existe un movimiento muy fuerte que quiere darle valor jurídico al voto nulo, de forma que se cuente como parte del 100% de los votos, y esto sólo se logrará si se demuestra un fuerte descontento.

Además de lo anterior añado que, como he dicho con anterioridad, votar no es la única forma de participación ciudadana, ni de lograr el cambio social; es más, ni siquiera es necesaria si no te parece. Los políticos quisieran que sólo fuéramos eso: gente buena que vota y se va, y por eso quieren hacernos creer que si no votamos no tenemos derecho a exigirle al gobierno y que en el voto termina nuestra participación en la política. Pero ello es falso, el no votar no te obliga a aceptar calladamente las pendejadas del gobierno, ni votar es lo único que puedes hacer para cambiar el país.

Me abstengo de opinar sobre el boicoteo a las elecciones. De entrada, porque no vivo en la "motherland". Las personas que viven en los estados donde se promueve tomar casillas e impedir el proceso electoral se encuentran en situaciones de violencia e ingobernabilidad tan difíciles, que sería soberbio de mi parte presumir de entenderlas y opinar al respecto.

En síntesis, mi estrategia triple para estas elecciones consiste en lo siguiente: donde haya una oposición real y factible al PRI, votar por ella; donde haya una candidatura independiente, votar por ella; donde no haya ninguna de estas dos opciones, mandarlos a todos al carambas y anular mi voto.

Espero que ustedes encuentren valiosa esta propuesta. Sé que debí escribir sobre el tema mucho antes, y no a menos de una semana de las elecciones, pero es que de verdad no sabía ni qué hacer. Así de mal están las cosas.

Para echar coco y formarse opinión:
Candidatos independientes, opción al hartazgo
Total, no hay bronca ¿o sí?
Anular es votar
Anular o votar, he ahí el dilema
Voto nulo, ¿a quién beneficia?
La abstención electoral favorecerá al PRI
¿De dónde salen los anulistas?
Votar por el PRI
Sentido contrario: El PRI no aprendió nada
Adiós al modelo político de Kang y Kodos